Dentro de los nuevos modelos educativos que los padres tenemos a nuestro alcance, la parentalidad positiva se ha convertido en uno de los más seguidos.
Con el fin de mejorar la relación y estrechar lazos entre padres e hijos, este tipo de enseñanza deja más libertad a los pequeños en su desarrollo hasta la etapa adulta.
¿En qué consiste la parentalidad positiva? ¿Cómo se pude poner en práctica en la familia? A través de esta guía vamos a ver cuáles son sus cualidades, qué beneficios ofrece, y las técnicas recomendadas por los expertos para llevarla a cabo.
No hay que olvidar que las necesidades de cada familia a la hora de educar a los niños pueden ser muy diferentes. Por ello, cualquier modelo educativo es flexible y se adapta a las diversas situaciones, aprovechando así su mayor potencial. ¡Descubre cómo!
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¿Qué es la parentalidad positiva?
Según la definición de parentalidad positiva, esta se describe como un estilo de crianza que se centra en la necesidad que tienen los padres de cubrir los intereses superiores de los niños. Considerando a los hijos como un miembro más de pleno derecho dentro de la familia, ellos tienen sus propios derechos y deberes.
Como padres, nuestro papel es el de proteger y ayudar a que los niños se desarrollen a su ritmo y según su potencial. Dejando a un lado la autoridad que utilizaban nuestros abuelos y padres para la educación de pequeños, hoy en día se tiende a un modelo más afectivo.
Esto no quiere decir que no se pongan límites y reglas para los niños dentro de la familia. Todo lo contrario. Estas reglas son consensuadas por todos, ya que cada uno de los miembros, dentro de sus posibilidades, tiene voz y voto en las decisiones importantes, y debe participar en las tareas del hogar.
Parece un tipo de crianza de lo más idílico, pero, ¿realmente se puede poner en práctica? ¡Por supuesto que sí! Tan solo hay que considerar unas pautas sobre las que se sustenta la parentalidad positiva.
Principios de la parentalidad positiva
A través de esta forma de educar a los bebés, niños y adolescentes, se practica la atención, reconocimiento y educación, siempre alejándose de la violencia verbal y física. Los niños no necesitan que les griten ni que les castigue. Se consigue mucho más cuando son tratados con el cariño y respeto que necesitan.
Por ello hay que tener en cuenta unos principios básicos que logran la mejor crianza positiva en la familia:
- Interesarse por las necesidades y sentimientos del niño.
- Protegerle y darle la seguridad que necesita tanto dentro como fuera del hogar.
- Reconocer que el niño tiene sus propios derechos.
- Potenciar la autoestima y la confianza del niño.
- Evitar a toda costa el castigo físico.
- Marcar límites y poner normas de seguridad.
- Establecer horarios y rutinas adecuadas.
- Pasar tiempo de calidad en familia.
- El castigo, si se sigue, debe ser siempre enfocado desde un punto de vista educativo.
- Demostrar abiertamente el afecto a los niños.
- Ser el mejor ejemplo para los niños, empezando por la buena práctica de los propios padres.
Como puedes apreciar, en estos principios no hay cabida para la autoridad que se ha utilizado antiguamente para educar a los niños. La nueva tendencia es otorgar a los pequeños el papel que necesitan dentro de la familia para un completo desarrollo.
Ejemplos de parentalidad positiva
La parentalidad positiva no es un modelo educativo permisivo pero tampoco se sustenta en la obediencia ciega de los niños. Vamos a ver algunos ejemplos de cómo llevarla a cabo dentro de la familia, potenciando la autonomía de los niños:
<Ante una rabieta, en lugar de perder la paciencia o gritar al niño, los padres debemos ponernos en su lugar e intentar calmarle. Ten buenas palabras para él, preguntándole por qué se siente así y cómo puedes ayudarle a estar mejor. Será mucho más efectivo.>
<Otro ejemplo sería crear rutinas en la familia, de manera que todos puedan pasar algunos ratitos juntos. Según los horarios de los padres e hijos, la hora del desayuno, de la comida, o justo en momento antes de ir a la cama, son los más propicios para compartir tiempo de calidad.>
<Para una estimulación adecuada, los niños deben comenzar a participar en las tareas del hogar según sus capacidades.
Déjales que aprendan por sí mismos a asearse, vestirse, y poco a poco, a realizar tareas sencillas como poner y quitar la mesa, hacer la cama o recoger su habitación. Al principio no lo harán bien. Pero solo con la práctica y el error tendrán la independencia que necesitan.>
¿Cuáles son sus beneficios?
A través de esta guía (archivo PDF de 2 MB) tienes muchos recursos a tu alcance para practicar el apego seguro y la parentalidad positiva.
En esta otra guía del Ministerio (archivo PDF de 1,59) explican cómo funcionan las políticas locales de apoyo a las familias, y te dan consejos para aplicarlos en casa con niños y adolescentes.
Los objetivos de estas guías son que las familias puedan obtener todas las ventajas de un modelo educativo más sano para todos los miembros. Este se caracteriza por los siguientes beneficios:
- Estimulación y apoyo constante por parte de los padres hacia los hijos.
- Reconocimiento de la figura del niño dentro de la familia.
- Respeto hacia el menor, comprendiendo que es una persona con su propia personalidad y necesidades.
- Transmisión de confianza para que los niños puedan trabajar mejor su autoestima.
- Establecer un vínculo afectivo seguro y cálido, con relaciones de cariño entre los miembros de la familia.
- Marcar límites y normas de seguridad, siempre consensuados por todos los integrantes, incluidos los niños.
- Permitir que el niño desarrolle sus propias cualidades de manera libre.
- Evitar las situaciones de violencia física y verbal, trabajando la paciencia y la empatía.
Cómo poner en práctica la parentalidad positiva01
Todas las familias son diferentes, y por ello los modelos educativos son flexibles para que se puedan adaptar fácilmente a las necesidades de los padres y los hijos.
No obstante, hay ciertas prácticas en común que remarca la parentalidad positiva, fáciles de realizar en casa para fomentar la unidad:
Hacer reuniones familiares
Trabaja los vínculos afectivos realizando reuniones frecuentes entre todos los miembros de la familia. Además de los ratitos compartidos a diario, una manera muy sana de tratar los problemas de la familia es dedicar tiempo para sentarse tranquilamente y discutir lo que haya pasado a lo largo de la semana.
Disfrutar del tiempo libre en familia
Por supuesto, la familia no solo está para tratar los problemas. Padres e hijos deben disfrutar de tiempo de calidad divirtiéndose con actividades varias. Propón planes para hacer los fines de semana, o para pasar las vacaciones juntos haciendo algo que os guste a todos.
Participar en las actividades escolares
No dejes de preocuparte por el avance de tus hijos en temas escolares. Habla con sus profesores para saber cómo van sus calificaciones, y qué relación tiene con sus compañeros de clase.
De esta manera podrás detectar problemas escolares a tiempo, y estrechar lazos con tus hijos si ven que te involucras también en un terreno tan personal como son sus estudios.
Consensuar límites
Para poner límites que deban cumplir los niños, ellos deben estar de acuerdo. Por ello, las normas de la casa hay que hacerlas en conjunto, distribuyendo las responsabilidades según las capacidades y edad de cada miembro de la familia.
Potenciar la autonomía del niño
Deja que los niños hagan las cosas por ellos solitos. Se equivocarán muchas veces, y lo harán mal, pero no pierdas la paciencia. Los niños deben ser autónomos desde sus primeros años de vida para convertirse en adultos bien formados.
Demostrar el cariño
No te cortes a la hora de demostrar cuánto quieres a tus hijos. Díselo con palabras, demuestra lo orgulloso que estás de ellos, y premia sus logros sin pudor. Los abrazos, besos, y las muestras de cariño en casa o fuera de ella son algo que los pequeños necesitan para sentirse queridos y protegidos.
Evitar gritos y castigos
Ante todo, la parentalidad positiva es una educación basada en la no violencia, y esto hay que seguirlo a rajatabla. Sé el mejor ejemplo para que tus hijos se porten bien, evitando los gritos y los castigos sin fundamento, para que no se convierta en algo habitual que reproduzcan al hacerse mayores.
Los beneficios de la parentalidad positiva han sido demostrados en las nuevas generaciones que han comenzado a utilizarlos. Ser padres no es fácil, pero sí puede ser una experiencia mucho más bonita si convives en el hogar de una forma más positiva y agradable para todos. ¡Ya lo verás!