A la hora de castigar a nuestro hijo, a todos los padres nos resulta ese momento incluso más duro que al propio niño. Pero castigar al pequeño es un punto muy necesario en su educación, para que comprenda qué conductas y actos son necesarios y cuáles debe evitar. Para saber cómo castigar a un niño sin que ambas partes lo pasemos mal, existen una serie de técnicas que los papás podemos llevar a la práctica, y así hacer menos difícil este momento, y desde luego, mucho más civilizado, sin azotes ni gritos.
Cómo castigar a un niño de forma firme pero suave
Sé que es difícil mantener la calma cuando tenemos que castigar a nuestro hijo porque ha hecho algo malo, pero ante todo, debemos evitar los gritos y los azotes frente a sus malas conductas, porque éstos no sirven para otra cosa más que para hacernos daño, pero nunca para mejorar su educación.
Existen formas mucho más sencillas para saber cómo castigar a un niño sin tener que levantar la voz, de manera que el niño comprenda perfectamente por qué lo estamos castigando, y no vuelva a repetirlo.
Ante un caso de mala conducta del niño, que creamos que merece un castigo, vamos a evitar por nuestra parte un comportamiento negativo y vengativo, y vamos a hablar con él de forma calmada, explicándole sus deberes como niño, cómo debe comportarse, y por qué lo estamos castigando y está perdiendo ciertos derechos.
Como bien ves, es más recomendable evitar la palabra castigo cuando nos dirigimos al niño, y emplear los términos “derecho” y “deber” para que el peque sepa por qué lo ha hecho mal, y por qué está perdiendo privilegios. Siempre manteniéndonos firmes sin perder los nervios, y dejando al niño que explique por qué se ha portado mal, y cómo puede mejorar esa conducta y mantener los límites que necesita.
El castigo que impongamos al niño deberá ser en consonancia con la mala actitud que ha presentado, por ejemplo, si se ha portado mal en el supermercado al acompañar a mamá al hacer la compra, esa tarde se quedará sin ir al parque porque no sabe comportarse bien cuando sale de casa, o si no se ha tomado la papilla de pescado, se quedará sin probar su yogur favorito para el postre.
A la hora de decidir cómo castigar a un niño, será mucho más fácil que el niño aprenda la lección si sabe en todo momento qué ha hecho mal y cómo puede remediarlo, y para ello no son necesarios ni los gritos ni los azotes. Tampoco es necesario que nosotros pasemos un mal momento, y el ambiente en casa será mucho más cómodo para toda la familia, al mismo tiempo que el niño aprende a obedecer sus deberes y a ganarse sus derechos.