Las rabietas en niños de 2-3 años comienzan a ser frecuentes cuando a esta edad quieren expresar sus emociones y no saben cómo controlarlas. Un niño demuestra su enfado o frustración a través de una rabieta, lloran, gritan, patalean… Es prácticamente la misma sensación que tenemos los adultos cuando no estamos contentos con algo, sólo que nosotros ya hemos tenido unos cuantos años para aprender a canalizar ese enfado, y ellos sólo están empezando.
Las rabietas son normales en estas edades, sin embargo no tienen por qué serlo en niños más mayores si sabemos poner límites y normas a tiempo.
Vamos a ver cómo superar de forma positiva una crisis de este tipo, y cómo evitar que sigan dándose a medida que el niño crece. Es complicado, lo sé, pero no imposible, y es parte de la educación de cualquier niño.
Rabietas en niños de 2-3 años
Las rabietas en niños de 2-3 años ocurren cuando el pequeño quiere expresar su enfado o su pena, y no tiene otra forma mejor de hacerlo. Lo que a los adultos nos puede parecer una tontería por la cuál no merece la pena montar tal escándalo, para el niño puede ser muy importante, y hay que aprender a ponerse en el lugar del niño para entenderlo y ponerle solución.
Una rabieta puede darse simplemente por el hecho de que el niño esté cansado o harto de estar en algún sitio. En estos casos debemos asimilar que hay que darse prisa si es posible para que el pequeño pueda llegar a casa y descansar. En estos casos puede que el niño tenga razón para sentirse así, y tan sólo tendremos que calmarle y buscar su bienestar.
Por otro lado, cuando un niño quiere conseguir algo y los adultos le decimos que no, el niño se siente frustrado y llora para poder conseguirlo. Si en estas situaciones el niño consiguiera lo que pretende, estamos enseñándole que a través de las rabietas puede lograrlo, y lo más seguro es que vuelva a repetir la misma situación.
Para evitar consentir al niño y que al final consiga todo a través de crisis como estas, es mejor mantenerse firme.
Ante las rabietas en niños de 2-3 años, la mejor actitud de los padres es no consentirle lo que quiere, ya que lo estaremos educando de una forma muy negativa para él. Tampoco es aconsejable que lo castiguemos por intentar conseguir las cosas a base de gritos y llantos, porque todavía es demasiado pequeño para comprender que no son las mejores formas.
Cuando se produzca una crisis como ésta, hay que armarse de paciencia, intentar tranquilizar al niño, explicarle las razones por las que no puede conseguir lo que quiere a través de una rabieta, y nunca acabar cediendo cuando el niño está portándose mal.
Si cuando acabe la rabieta y ya se siente tranquilo pensamos que se merece conseguir el final lo que quería, lo mejor es explicarle que se lo damos porque se ha portado muy bien calmándose, pero jamás por haber llorado y gritado para lograrlo.
Al principio parece que las rabietas en niños de 2-3 años van a acabar con nuestros nervios, pero si somos constantes, cuando el niño crezca agradeceremos la paciencia que tuvimos en esta etapa, porque será todo más fácil, y no volverán a repetirse una vez que se hayan superado.
Lo de no ceder es muy, muy importante. Los niños son muy listos y si ven que cedes una vez, las pataletas se harán mas frecuentes porque saben que terminas cediendo
¡Totalmente de acuerdo!
Un saludo 🙂