Cómo ayudar a un niño a superar un trauma

¿Quieres saber cómo ayudar a un niño pequeño o a un joven a superar un trauma de la infancia? Hay algunos tips y consejos que puedes poner en práctica, brindándoles el mejor apoyo para pasar por esta situación tan delicada.

Como responsables del bienestar de los más pequeños, los adultos intentamos protegerles evitándoles que pasen por situaciones desagradables para ellos. Sin embargo, hay traumas que no se pueden evitar del todo. Y lo que para unos no tiene ningún efecto, para otros puede marcarles de por vida.

Por suerte, los traumas se curan, y cada vez hay más herramientas a nuestro alcance para conseguirlo. Ya sean traumas causados por los padres, por una situación de estrés, en la escuela, por parte de algún familiar, o por un evento concreto, es posible tratarlos para encontrar una mejoría.

Descubre cómo puedes conseguir que un niño maltratado o que haya pasado por un evento traumático, lo supere de manera efectiva. Por supuesto, el recuerdo siempre quedará ahí, pero con paciencia y trabajo, conseguirás sanar el maltrato infantil y que los peques superen sus traumas.

¿Qué se entiende como trauma?

Un trauma es una herida profunda que se queda en la memoria de una persona, que ha sido provocada por situaciones muy diferentes. El más común es el trauma en niños, ya que es una etapa en la que están más desprotegidos. Sin embargo, puede ocurrir en cualquier momento de la vida.

Los traumas infantiles ocurren por la vivencia de un miedo intenso o por haber pasado por un peligro cuando se es niño. Algunos ejemplos de situaciones que suelen afectar a niños y adolescentes son el abuso, la violencia doméstica, el suicidio o muerte de algún ser querido, u otros momentos de estrés.

Pero no siempre tienen que ser eventos tan traumáticos. En algunos niños encontramos grandes heridas que han sido marcadas por la separación de los padres, por el cambio de domicilio, o incluso por haber sufrido bullying en algún momento de la infancia.

Tipos de trauma en la infancia

De forma general se clasifican diferentes tipos de traumas infantiles que debemos tener en cuenta. Los más habituales son:

• Negliencia por parte de un adulto
• Separaciones
• Violencia
• Accidentes o situaciones de estrés
• Desastres naturales o guerras

Los traumas causados por lo padres son los más comunes, incluso los que se hacen sin querer. Pero no son los únicos. También hay situaciones traumáticas fuera del hogar, donde los niños son incluso más vulnerables si no están bajo la protección de sus seres queridos.

Señales de trauma en niños y jóvenes

Los traumas infantiles tienen una serie de sintomatología que es común en los chicos y chicas. ¿Tienes dudas sobre si un peque está pasando o no por una situación traumática? Presta atención a estos síntomas:

• Pesadillas
• Dificultad para dormir
• Regresiones en bebés y niños pequeños
• Sensación de inseguridad constante
• Irritabilidad y cambios de humor
• Nerviosismo cuando algunas personas se les acerca
• Distanciamiento
• Bajo nivel de concentración
• Problemas de sueño o de alimentación
• Problemas de comportamiento
• Impedimentos funcionales: no poder ir a la escuela, quedar con los amigos, ir a eventos familiares, etcétera.
• Abuso de alcohol y drogas en adolescentes

Todas estas son señales más que suficientes para sospechar de que algo malo ha ocurrido y que el pequeño se ha visto afectado. Si notas que hay algún niño de tu alrededor traumatizado o traumado, es el momento de actuar.

Estrategias para superar un trauma infantil

¿Qué podemos hacer los adultos para ayudar a un infante a superar un trauma? Si bien ellos aún no tienen la capacidad ni las herramientas adecuadas, los adultos, como responsables, podemos interceder por ellos.

Prevenir, detectar y tratar los traumas de la infancia está en nuestras manos a través de algunos actos:

1. Presta atención a cualquier señal que pueda indicar que un niño necesita ayuda. Los síntomas de trauma son más que suficientes para empezar a indagar si ha ocurrido algo.
2. Intenta ayudar al niño a comprender qué ha sucedido y por qué. Ante todo, debes hacer saber que él no ha tenido la culpa.
3. Procura que retome su rutina lo antes y mejor posible. Los eventos traumáticos hacen que perdamos el control, pero cuando alguien nos guía, es más fácil volver a recuperarlo.
4. Intenta cerrar el ciclo sobre el evento que ha tenido lugar. Hacer un homenaje a quien se haya ido, una despedida, escribir a quien ha herido al niño, o cualquier acción que consiga cerrar la etapa.
5. Para tiempo con el niño, haciendo actividades relajantes que le ayuden a desconectar del trauma, y a unir lazos entre ambos.
6. Procura un ambiente saludable para el niño. Es muy importante eliminar las malas influencias y darles un entorno protegido en el que se recupere mejor.
7. Mantén la comunicación con el peque, mostrándote disponible cuando quiera hablar, pero sin presionarle.
8. Cuídate tú y cuida al niño o niña. Muchas veces somos los propios adultos los que más sufrimos, y para ser un buen apoyo para los peques, tenemos que sanar nuestras propias heridas.

Si la situación se te escapa de las manos, que es lo que suele ocurrir en la mayoría de las veces, no lo dudes, y busca ayuda profesional. Acudir a terapia para superar el trauma es el mejor paso para los niños y los adultos.

La terapia puede ser individual para el niño o niña, y también acompañada de sus padres o tutores. De esta manera, el psicólogo o terapeuta te dará más consejos para sobrellevar este proceso y brindar un completo apoyo al menor.

Consejos para ayudar a los niños a superar un trauma

La vivencia de un trauma infantil puede ser diferente a cada edad. La forma en la que lo viven los niños, y cómo lo asimilan, es la clave para superar un trauma mucho más efectivamente.

Como no son lo mismo los traumas infantiles en adultos, que una situación en un bebé o niño pequeño, aquí van algunos consejos que te vendrán muy bien para cada edad:

Niños menores de 2 años

Los bebé se dejan llevar por las emociones, y si notan que a su alrededor sus figuras de confianza están nerviosos, se pondrán mucho más nerviosos y el trauma será superior. Por ello, es recomendable mantener la calma en todo momento.

Asiste las necesidades que tenga el bebé, brindándole una sensación de protección. Cógelo en brazos, calma su llanto, si es necesario aliméntalo, o simplemente míralo a los ojos y háblale de forma suave y positiva.

Niños entre 2 y 5 años

Los niños en esta etapa no son capaces de hablar de lo que les causa temor, pero sí pueden explicarlo a su manera. Fíjate en cómo actúan ante determinadas situaciones, en la forma de expresarse, en sus juegos, o en qué momentos lloran y explotan con una rabieta.

Los niños entre 2 y 5 años necesitan mantener su rutina y recuperarla lo antes posible tras un evento traumático. Ayúdales a superar un trauma con refuerzo positivo, manteniendo un ambiente seguro, y quedándote a su lado cuando lo necesiten y el tiempo requerido.

Niños entre 6 y 12 años

Con esta edad, los niños ya pueden superar un trauma con ayuda de un experto en psicología. Los padres podemos estar cerca, pero es mejor tratar los problemas de manera profesional.

Dedícales tiempo para estar con ellos y estrechar lazos, intenta hablar o explicar qué ha pasado, hacerles sentir que están protegidos, y que no volverá a pasar eso a lo que tanto temen.

Niños mayores de 12 años

En la adolescencia, a partir de los 12 a 14 años, los peques pasan por una de las peores etapas. Pueden surgir problemas de retraimiento, agresividad, resentimiento, o incluso que se alejen o rechacen la ayuda.

Es muy importante mantener la paciencia, incluso en las situaciones que parecen no tener solución. Intenta mantener una conversación con ellos, enseñarles diferentes técnicas, y por supuesto, buscar ayuda profesional. Sé abierto y lo más flexible que puedas. Seguramente entenderás cómo se siente, ya que no hace mucho que tú también pasaste por esa edad.

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Aunque parezca complicado, y a veces incluso imposible, todo niño o niña puede superar un trauma de la infancia con la ayuda adecuada. Pon en práctica estos consejos y pide la asistencia de un profesional para conseguir los mejores resultados y que el peque pueda llevar una vida lo más normal posible.